sábado, 17 de septiembre de 2011

Berazachussetts, por Mauro Libertella, Revista Los inrockuptibles

Hay una tentación a la hora de escribir acerca de Berazachussetts, de Leandro Ávalos Blacha, que consiste en mencionar el estupor que causa la proliferación de historias y lo abigarrado de las anécdotas que brotan de los pliegues de esta pequeña y extraña nouvelle. Y sin embargo, sería francamente reduccionista sentenciar aquello de que Berazachussetts es una novela cuyo nervio es la pura narración-quizás la palabra adecuada sea “inventiva”. Pero lo cierto es que la ganadora del premio Indio Rico es una especie de punto de confluencia en donde las más vertiginosas peripecias se imantan en amplios registros narrativos mediante los cuales se proyectan hacia la literatura. Si quisiéramos resumir la trama -un intento imposible-, nos veríamos obligados a erigir un listado de personajes, cuyos movimientos y combinaciones sólo la lectura del libro podría elucidar.
Sucede que en Berazachussetts el armado del personaje es sumamente preciso. No es fácil hacer convivir a un grupo de profesoras jubiladas, a una zombi punk caníbal, a un político corrupto y altamente perverso, a un grupo de chicos ricos con una curiosa idea de la diversión y algunos personajes más de ese nivel de excentricidad sin cruzar la línea en donde el verosímil se cae a pedazos. Y Berazachussetts lo logra con precisión quirúrgica.
Una de las claves a la hora de salvar el verosímil es, sin dudas, la decisión de situar la ficción en el pueblo suburbano de Berazachussetts, donde todo parecería ser posible o, mejor, donde todo es potencialmente literario. O el uso de la lengua: la escritura de Ávalos Blacha es un arco tensado en cuyos destellos convive el habla de la clase media y la juventud punk, la charla de café y la narración más elegante y clásica.

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