sábado, 17 de septiembre de 2011

Berazachussetts, por Nicolás Posse, No retornable

Berazachussetts, ganadora del premio Indio Rico, con un jurado compuesto por César Aira, Daniel Link y Alan Pauls, es una novela original no por la historia en sí, sino por el tratamiento ficcional que el autor logra con la realidad. Ávalos Blacha distorsiona el universo real del conurbano para entregarnos una novela con matices cómicos y crítica social al mismo tiempo. Sin embargo, no falta lo bizarro y lo grotesco gracias a los personajes que aparecen en el relato, como Trash, la zombie obesa, o Periquita, la ídola de Berazachussetts, una paralítica que tiene un monumento en la plaza principal de esta localidad tan particular.
El relato comienza con un grupo de amigas solteras que viven juntas: Dora, Milka, Susana y Beatriz. Pero todo cambia cuando ellas conocen a Trash, una zombie que come carne humana. Desde la aparición de Trash la novela se mantiene en un movimiento constante, contando a la vez historias independientes y disparatadas a medida que sigue a sus protagonistas, como Trash, Dora, Francisco Saavedra-el ex intendente de Berazachussetts-, Milka y Periquita. Por esa característica, es una novela coral donde no existe un protagonista único, y lo que interesa es lo que está ocurriendo en el universo de Berazachussetts.
Los personajes son todos grotescos, porque siempre quieren ser lo que no son: así Dora, una mujer vulgar-por no decir “cabeza”-termina saliendo con Francisco y se cree fina, para luego redecorar su mansión elegante y transformarla de acuerdo a su gusto “grasa”. Posteriormente, ella armará una banda de cumbia. Así Arévalo, el hijo de Francisco, que critica a su padre por salir con una “negra”, termina haciéndole el amor a Periquita, la paralítica, en una escena del todo grotesca. Pero no sólo los personajes no son lo que quieren ser, porque en Berazachussetts existen recámaras frigoríficas que albergan pingüinos para que la ciudad luzca más “invernal”. Por otro lado, los nombres de lugares que aparecen en el relato delatan una geografía conocida por todos nosotros, como el Rin del Plata, Ezpeletámesis, Lomas de Zamibia, Cambollaneda, etc.
En sintonía con el tono bizarro de la novela -por sus personajes-, se suceden muertes que son contadas con una naturalidad que marca el tono desenfadado del narrador, al mismo tiempo que lo bizarro y lo grotesco nunca dejan de marcar a los episodios trágicos. El tono de lo que se narra nunca es realista, y tal vez esta sea una de las características de muchos de los relatos que nos brindan hoy en día los nuevos escritores argentinos, más cercanos a urdir la ficción de lo real con libertad y desenfado que con un tratamiento rigurosamente realista. Así el jurado que premió a la novela dice que el relato “conecta con las más desenfadadas tendencias de la literatura actual, reclama una reflexión sobre las complejas y muchas veces absurdas relaciones entre realidad y mundo social. (…) Tritura las convenciones del género, y hace coincidir los motivos más emblemáticos de la cultura chatarra de nuestros días con la geografía del conurbano bonaerense (…)”.
El final del relato, lejos de mantener la tónica de otras novelas, tiene ecos de lo que sucedió en aquel fatídico 2001. La ciudad asiste a su fin gracias a una invasión de zombies, hecho que le imprime un final apocalíptico al relato, al mismo tiempo que refuerza el constante tono bizarro de la novela como modo de ver, analizar y criticar la realidad argentina, plasmada a lo largo de todo el universo que configura Berazachussetts.

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